Dibuje su «gráfica ideal»

Coloque usted sus gráficas de tiempo y de nervios una junto a la otra, y dibuje un nuevo círculo vacío, para su «gráfica ideal». Seguidamente, proceda de la forma siguiente:

¿Qué es importante? Piense en las cosas que le gustaría hacer y lo que verdaderamente encontraría importante en su vida.

• Haga una lista. Guíese exclusivamente por sus deseos y sueños. Ignore presiones, razones sensatas o hechos..

• Cuando tenga terminada la lista, colóquela junto a su círculo de tiempo y compare cuántas de las cosas que son importantes para usted están incluidas en este círculo y cuánto tiempo les dedica. Probablemente comprobará que aquellas cosas que significan mucho para usted tienen un espacio muy pequeño en su gráfica de tiempo.

¿Dónde está el núcleo de la crisis?

¿En qué situaciones con otras personas se encuentra especialmente agobiada?

• ¿Se trata de las eternas discusiones con los colegas del otro departamento o las provocaciones de la vecina que tiene algo que objetar a su forma de vida?

• ¿0 tiene usted siempre la sensación de haber cometido un fallo, no cumpliendo las exigencias de sus hijos/pareja/usted misma o de su jefe?

Para analizar estos puntos, reflexione sobre los diferentes factores que componen actualmente su vida:

• Hijos: ¿en qué situaciones la irritan más sus hijos?

• Pareja: ¿en qué situaciones llega a pelearse con su pareja?

• Hogar: ¿qué tareas domésticas le resultan especialmente desagradables?

• Profesión: ¿qué problemas profesionales la agobian más de lo objetivamente necesario?

Dibuje su «gráfica de nervios»

Dibuje un segundo círculo que llamaremos «gráfica de nervios». Debe mostrar cuánta tensión le ocasiona cada actividad diaria. A menudo aquellas tareas que desgastan más nuestros nervios son las que se realizan en un tiempo relativamente corto, pero que convierten el día en una lucha agotadora y que cierran el camino a cualquier forma de relajación.

Reflexione un momento:

¿Qué es lo que desgasta más sus nervios a diario de una forma desproporcionada?

• ¿Está usted por la mañana agotada antes de salir de casa, porque su familia se vuelve loca regularmente?

• ¿Se pone nerviosa con el tráfico, o por la tarde, al llegar a la caja del

supermercado, está tan sobrecargada que tiene ganas de gritarle a todo el mundo?

Dibuje su propia gráfica

Naturalmente, su gráfica puede ser muy diferente de la de Ana. No todas sus secciones tienen importancia para usted; sin embargo, puede precisar de otras que Ana no tiene.

Reflexione un momento:

• ¿En qué emplea su tiempo? Tome una semana cualquiera de la época laboral como referencia.

• ¿Cuántas horas a la semana dedica a determinadas tareas?

• Indique su reparto de tiempo en un círculo en blanco.

• Estudie críticamente su círculo de tiempo igual que Ana lo hace en nuestro ejemplo.

Gráfica de Ana:

Como no necesita calcular una media exacta, parte de un día de la semana normal.

Ana se sorprendió al ver su círculo. ¿Tanto tiempo perdía a diario en compra, tareas domésticas y transporte de los niños?

No se lo había imaginado nunca. El menor tiempo lo dedicaba a las cosas que para ella eran verdaderamente importantes, sobre todo el tiempo libre en el cual podía dedicarse a los niños, practicar algún deporte o encontrarse con sus amigas.

Era necesario crear una nueva gráfica. Ana dibujó una gráfica ideal. Indicó cómo desearía repartir su tiempo, y calculó en qué actividades podía reducirlo: evidentemente, en aquellas tareas que podía delegar en otros miembros de la familia. Entonces actuó:

• Como los niños ya eran lo suficientemente mayores para ir al ballet ya la piscina sin «chófer», suprimió su servicio de transporte de los niños.

• Se puso de acuerdo con su marido en que también él iría a hacer la compra por lo menos una vez por semana, después de su trabajo.

El análisis

Comience el análisis dibujando un círculo o gráfica de tiempo. Seguramente conoce las gráficas circulares en los que se reflejan los porcentajes de los partidos en las elecciones. Con una gráfica similar puede perfectamente delimitar el empleo diario de su tiempo.

Ejemplo: Ana

Con este ejemplo entenderá lo anteriormente dicho: Ana tiene 36 años, está casada y es arquitecto de profesión. Trabaja 3/4 partes de la jornada en una institución estatal, tiene dos niños de 12 y 10 años, coche propio, pero ninguna ayuda doméstica.

Se le ha pedido pintar un círculo que represente el transcurso de un día de trabajo normal desde que se despierta hasta que se acuesta, indicando cuántas horas dedica habitualmente a cada una de sus actividades.

¿En qué utiliza su energía?

Antes de emprender el próximo capítulo, dedicado a las estrategias con las que podrá usted mejorar su vida cotidiana, nos será de ayuda comenzar con un estudio crítico de la situación.

En primer lugar, deseamos que analice cuáles son sus cargas diarias, cuánto tiempo dispone para sus múltiples actividades y hacia dónde se canaliza su energía.

Vamos a comprobar juntos si verdaderamente no tiene otra opción que la de caer sobre su cama todas las noches al límite de sus fuerzas.

• Vamos a presentarle un método por el cual puede averiguar en qué emplea su tiempo y cuándo y durante cuánto tiempo hace la cosas. Posiblemente podrá constatar que existen posibilidades de cambio, siempre que usted lo reconozca.

• Seguramente conoce el fenómeno de que un trabajo puede necesitar bastante tiempo, pero que a la vez satisface y relaja, mientras que otro trabajo que puede terminarse con rapidez cuesta muchos nervios. Este último es realmente agotador y desgasta energía, se realiza sin ilusión y con pocas ganas e incluso se considera secretamente como una actividad inútil.

Si dibuja unas gráficas de «tiempo» y «nervios», podrá visualmente identificar el «factor que consume tiempo y energías» y esto le ayudara a reflexionar sobre posibles alternativas

Todo debe estar perfecto

Los elevados retos y exigencias a los que se enfrenta la mujer que trabaja hoy en día le crean una gran tensión -lo que a menudo desencadena trastornos de tipo psicosomático. Las mujeres ya no trabajan sólo para solucionar sus necesidades materiales: ahora esperan reconocimiento en su profesión y posibilidades de desarrollo posterior en el aspecto material y en el personal.

Muchas mujeres dan valor a tener un margen de decisión en su trabajo y, desean un buen salario. Además, la mujer de hoy aspira a tener hijos, una pareja y suficiente tiempo libre. Pero esto no es todo: los niños, mediante un cuidado atento y esmerado, deben obtener la mejor educación para afrontar la vida; los invitados no deben ser obsequiados con comida precocinada, sino con platos caseros; además, el amor debe ocupar su lugar apropiado. Resumiendo: las mujeres quieren hacerlo todo a la perfección. Muchas mujeres que trabajan no pueden relajarse, lo cual agrava el problema. Sufren el síndrome conocido como «enfermedad del ejecutivo» que durante mucho tiempo sólo se conocía en el sexo masculino. Una parte de su atención se queda siempre en el tema que en realidad acaba de finalizar. Muchas mujeres están todavía pensando en su trabajo cuando ya han vuelto a casa y se ocupan de sus hijos; y al contrario: en el trabajo o en su tiempo libre no pueden evitar estar pensando en los niños. En primer lugar -liberadas de sus tres tareas, «cocina, niños, carrera»- pierden la capacidad de poder hacer algo sólo para sí mismas y disfrutar de ello: el que tiene mala conciencia cuando se permite tomarse tiempo para sí mismo es incapaz de recuperarse en los momentos de descanso.

El sentimiento constante de culpabilidad

El hecho de no estar en cada momento del día disponible para los hijos produce en muchas madres que trabajan un sentimiento de culpabilidad. Ellas temen no cumplir al 100 °/o con lo que tienen derecho a recibir sus hijos. Detrás de este sentimiento se esconde el miedo a ser negligentes con ellos, ya que como madres con trabajo no disponen de más tiempo.

Los reproches hacia sí mismas aumentan cuando empiezan a surgir los problemas: cuando el niño tiene dificultades en la escuela, tiene un accidente, se pone enfermo o entra en el círculo de la drogadicción y la criminalidad, «la culpable» es automáticamente la madre que trabaja fuera del hogar, porque no ha prestado a su hijo la atención necesaria. En el capítulo «Superar el sentimiento de culpa» se comenta cómo puede combatirse la mala conciencia.

Las madres que trabajan no sólo se sienten culpables por sus hijos: muchas veces sufren por tener la impresión de no prestar la atención requerida ni a sus hijos ni a su trabajo.

Por un lado, tienen miedo de:

• no promocionar lo bastante a sus hijos,

• no jugar con ellos lo necesario,

• ser demasiado impacientes con ellos,

• no proporcionarles suficiente apoyo y seguridad.

Por otro lado, temen también:

• fracasar en su profesión,

• no ser tomadas en serio por sus colegas,

• no conseguir el tiempo necesario para continuar su formación,

• no ser lo suficientemente flexibles.

Más razones para la sobrecarga

Aparte de los problemas concretos de organización con los que se enfrentan las madres que trabajan, hay una serie de dificultades que tienen menos que ver con la carga del trabajo en sí que con los propios retos y angustias personales más o menos inconscientes.

Nos referimos a:

• sentimientos de culpabilidad con el hijo o con los hijos,

• la duda constante entre las diferentes obligaciones que muchas veces parecen incompatibles,

• la necesidad de hacerlo todo perfectamente,

• la incapacidad de relajarse.

Cifras y hechos en España

Según un estudio publicado en diciembre de 1994 por el Consejo Económico Social, en España se ha asistido entre 1984 y 1993 a una transformación profunda de la realidad social femenina, fruto de ias modificaciones en el sistema productivo y legislativo y a los cambios que ha experimentado rsuestra sociedad en este periodo. Dicha transformación se manifiesta sobre todo en los terrenos demográfico, educativo y laboral, er los que cabe destacar un importante descenso de la natalidad, la notable presencia de ia mujer en los niveles superiores úe formación y el incremento de a tasa de actividad (que no ocupación) femenina. Er c ámbito laboral, la mujer se ha "corporado masivamente al trabajo (más de 1,5 millones) sin abandonar ia actividad laboral por maternidad, matrimonio, etc. No obstante, aun constituyendo sólo 1/3 de la poolación activa, el colectivo ferenino representaba un 47% dti total de parados en 1993. Por otra parte, las mujeres soportan un mayor grado de temporalidad (el 32 % de las mujeres asalariadas en

1993), y un uso más frecuente en las modalidades de empleo a tiempo parcial (el 14% de las mujeres asalariadas), debido sobre todo al tipo de actividad desarrollada. Otro aspecto reseñable es un estancamiento del número de mujeres en puestos directivos (1 mujer por cada 10 hombres desde 1984), probablemente debido, entre otros factores, a las dificultades con las que la mujer tropieza a la hora de compaginar el trabajo doméstico con la actividad laboral. Pese a los avances en la legislación laboral de las últimas décadas y a las políticas de promoción de la igualdad de oportunidades, auspiciadas desde instituciones estatales, autonómicas y comunitarias, el desigual reparto del trabajo doméstico (el 60% de las mujeres ocupadas atiende, además, a las tareas del hogar) y las responsabilidades familiares (la mayoría de españoles entre 25 y 44 años tiene menores de edad a su cargo), y el escaso apoyo económico a la familia (el 1 % del gasto social total) dificultan enormemente el desarrollo profesional femenino y determinan un mayor riesgo de enfermedades psicosomáticas entre el colectivo de las mujeres -y sobre todo de las madres- ocupadas.

¿Està sobrecargada? No es de extrañar

Uno ya casi no se atreve a mencionar ese hecho convertido en trivialidad, pero la verdad es que las mujeres de hoy soportan una triple carga. Las tareas tradicionales «cocina, hijos, iglesia» se han convertido en las tareas modernas «cocina, hijos, carrera».

Esto significa que, para las madres que trabajan, el malabarismo diario con los más diversos retos y problemas se ha convertido en una regla. Hay que cuidar a los niños, pero las plazas disponibles en guarderías y jardines de infancia son escasas. Por ello, el cuidado durante todo el día del niño en edad escolar sigue siendo un gran problema. La gran mayoría de las madres que trabajan tienen que faltar a su trabajo y quedarse en casa cuando sus hijos están enfermos, ya que no hay nadie que pueda hacerse cargo de ellos. Pero, por otro lado, si la mujer quiere mejorar profesionalmente, no puede permitirse las ausencias al trabajo. Cuando es la madre la que está enferma, el problema del cuidado de los hijos casi no tiene solución. La casa y el cuidado de la familia necesitan ser organizados. Los padres de hoy están más dispuestos que antes a echar una mano; sin embargo, el mayor peso sigue llevándolo la mujer. En el trabajo se le exige dedicación total. Todavía hay empresarios que, para el buen desarrollo del trabajo, consideran a la madre como un «factor de riesgo». Esto supone a menudo tener que duplicar o triplicar las propias fuerzas para evitar las críticas; la consecuencia de este esfuerzo es un aumento del estrés y un cansancio excesivo. Si tiene constantemente la sensación de luchar simultáneamente en varios frentes y no tiene posibilidades de recuperarse y poder «cargar sus pilas», arriesga a largo plazo su salud y bienestar. Si ignora durante un tiempo excesivo su necesidad natural de descanso y tranquilidad, en algún momento puede sufrir el «síndrome de Burn-out», es decir, tener la sensación de estar quemada.

Reflexione un momento:

Si:

• ya no puede dormir bien y

• ya no puede disfrutar,

• ya no goza de la ternura y de la sexualidad, de sus hijos, de su trabajo y de la vida,

• se encuentra siempre cansada y agotada,

• tiene la impresión de rendir cada vez menos a pesar de un esfuerzo cada vez mayor,

• no pueda desconectar, esto significa que ya padece el síndrome Burn-out.

Niños, cocina y carrera

Hoy en día, las mujeres quieren una vida intensa, que combine felizmente la familia con el trabajo, a pesar de que a veces la montaña de quehaceres parece insuperable.

Una descripción exacta de su situación:

• aclara en qué ámbitos internos y externos surgen aquellos obstáculos que absorben su energía;

• demuestra que con una nueva organización se puede ganar tiempo y energía.

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